Gisela Volá forma parte del Jurado de Honor del Concurso Internacional de Fotografía PHotoFUNIBER’25, es fotógrafa, vive en Argentina y trabaja en las intersecciones de la creación visual, la educación y el trabajo colectivo.
En las últimas dos décadas, ha creado proyectos colectivos de formación a través de la fotografía y las narrativas visuales, como son la Cooperativa Sub y La Plataforma. Es mentora y profesora en fotografía, y ha participado como miembro de jurado en otras convocatorias, como por ejemplo, en el Concurso World Press Photo en 2023.
Le hemos entrevistado para conocer algunas de sus reflexiones sobre la fotografía, en el marco del concurso:
En su opinión, ¿qué es una “buena fotografía”?
Una “buena fotografía ” es aquella que enseña algo, que nos hace pensar, reflexionar, emocionar y que genera a partir de ello un nuevo conocimiento.
Cuéntenos sobre algún trabajo reciente que haya realizado o esté realizando y los desafíos que encontró al desarrollar este proyecto.
Lo que genera desafíos dentro del acto fotográfico es aquello que no se ve a simple vista, sino que es lo que queremos captar porque lo percibimos, lo queremos transmitir como mensaje, pero hay que buscarlo más allá de la mera captura, en ese caso se investiga, hay que acercarse a la metáfora, profundizar en el lenguaje visual, que no es literal, no es lo que se ve, sino lo que no se ve, porque está latente y hay que buscar la forma de traducirlo al campo de las imágenes, con una voz propia. Los últimos años estuve trabajando sobre el “amor” y ahora trabajo sobre la “fe”; son temas abstractos, son conceptos, y el camino para hacer un ensayo visual se vuelve una búsqueda enriquecedora y transformadora. Esa es la potencia de la investigación visual.
Usted desarrolla un trabajo muy activo socialmente en el sector fotográfico, participando en plataformas y colectivos. ¿Qué importancia tiene este tipo de agrupación en la fotografía?
La fotografía siempre fue entendida como un acto individual, respecto del vínculo del fotógrafo/a con su cámara. Sin embargo, siempre estamos con alguien que está del otro lado de la cámara o con quien conversamos sobre el tema de investigación visual que llevamos a cabo, llámese editores, diseñadores, periodistas, la multidisciplinaridad con la que se relaciona hoy la fotografía. Es por ello que creo que no solo no estamos solos, sino que en la grupalidad hay una potencia mayor desde donde crear. Ayuda a limar el ego que tanto confunde y encandila al universo artístico y crea historias más amplias desde la pluralidad de la colaboración y el trabajo colectivo entre pares.
Hoy en día la mayoría tiene acceso a una cámara de fotos para hacer imágenes, y redes sociales para difundirlas. ¿Cree que esta democratización nos ha ayudado a crear mejores imágenes?
Considero que la cantidad no hace a la calidad; es claro que tener accesos es necesario, pero eso no significa que se obtengan herramientas genuinas, por lo contrario puede ser un peligro porque las imágenes hoy forman a la comunicación global e instalan narrativas dominantes. La educación visual, las carreras o espacios de aprendizaje en fotografía son indispensables para mostrarnos las imágenes que necesitan estar en el centro del debate y hay que realizarlas con ética y compromiso.
Este año, el Concurso Internacional de Fotografía PHotoFUNIBER espera recibir fotos sobre el tema “educación”. ¿Qué narrativas le gustaría ver sobre esta temática que considera interesantes y actuales?
Es un tema que, como educadora, me entusiasma encontrar en imágenes. Me gustaría ver construcción entre personas, modos de vinculación entre maestros y estudiantes, diferentes tipos de espacios educativos, alternativos, experimentales. Me gustaría conocer otras realidades y al mismo tiempo emocionarme, soñando que la educación puede moldear un mundo mejor que habitar.
Puedes conocer más sobre su trabajo en Instagram: @giselavola